No sé por qué
(presumo algún día le preguntaré) en una de esas mi tía, profesora de un
colegio en El Alto – La Paz me invitó a la fiesta de primavera que celebraría
su cole.
Yo, que
tenía 15 años y la timidez elevada a la enésima potencia acepté con cierto
recelo: qué demonios haría en la fiesta de un colegio en el que no conocía a
nadie excepto a mi tía, la profe de historia y geografía?
Si acepté,
debo ser sincera, fue más por el entusiasmo de mi tía que por ganas propias.
Ya de
entrada al colegio las cosas se pusieron interesantes: era la bicho raro, la
chica nueva, la misteriosa sobrina de la profe y las miradas (todas) se
hallaban sobre mi.
Decir que
me sentí en el cielo de egos inflados es poco. Volaba!
Mi tía,
segura del efecto que tendría mi presencia en el cole había ya escogido al
chaperón que, con toda seguridad, cuidaría de mí durante la fiesta de primavera.
El chaperón
cumplió con su deber, y lo hizo tan bien (no dejaba que nadie se me acerque)
que a la media hora empecé a aburrirme: la música apestaba (cumbia, merengue,
etc) y el chaperón solo hablaba de él y de lo linda que era mi tía y sus “parientes”
(sip, así mismo, si me estaba piropeando … pues era un piropo patético).
Y entonces
la música cambió.
Lo que escuché
era cosa de otra dimensión, de otro planeta: tenía un dejo de extranjera, de NO
soy de acá que superaba todo lo que había escuchado hasta el momento (que instrumentos
estaban involucrado?, esa era una guitarra?)
No supe
entonces si me gustaba o no, y es que no estaba lista, y presumo por eso y de
forma poco cortés, me deshice del chaperón y me fui a la pista.
La música
combinaba tan bien con los chillones colores del juego de luces, con la bola de
cristal que colgaba del techo que solo pude reir.
Sentí la mano
de alguien y volteé a ver:
-
Te
gustan los clásicos europeos? – me dijo – a mí me encantan, quieres bailar?, es decir – rompió a reir – quieres seguir
bailando?
Hasta entonces
no había caído en cuenta que
efectivamente yo ya me estaba moviendo al ritmo de música.
Qué si
quería bailar?, claro que si!, quería llenarme de la magia de esto tan raro, de
los acordes que llenaban el espacio y entraban en mi de forma suave, sutil y
nueva.
Qué si
quería bailar?, quería que el tiempo se detenga, quería dar vueltas y vueltas y
morir en la pista.
Y baile! Claro
que bailé, bailé con todos, bailé hasta sacarme los zapatos porque eran una molestia,
bailé hasta que mi tía tuvo que sacarme a rastras.
Hoy, con
todo y me rockeril vida, no puedo, no resisto saltar en mi escritorio y moverme
al ritmo del sync pop mas básico y simplón.
No halló
explicación, simplemente es así.
So…
bailemos!!!
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