
Él es el del fondo, me mira con tristeza y timidez y no hace nada más.
No ladra como el resto de los cachorros, no mueve la cola, no da brinquitos.
Le pregunto a mi hermano si podemos llevarnos a todos (porfa, di que si)
El me recuerda que eso no es posible y al hacerlo veo en sus ojos que él también se halla conflictuado.
Optamos por “comprar” al pequeño animalito del fondo, al tímido y retraído cachorro que atina a lamerme la mano y dormir en mi regazo.
Su pelaje es claro y rubio, me recuerda a olvidados dioses nórdicos que seguro algún pariente mío muuuy lejano tuvo que idolatrar, tal vez este pariente era vikingo y surcaba los mares dejando su vida en manos de Njöror.
Que se llame Vikingo… mejor solo Kingo.
Pasados 6 meses Kingo es alegre y juguetón, un perrito sano con todas las vacunas y supervisión especializada de uno de los mejores Veterinarios de La Paz (si no el mejor).
Empiezan las lluvias y con ellas la vestimenta acorde a la temporada, así lo entiende mi hermano que entra con su chamarra de tela plástica a mi habitación preguntándome cómo es que se le quitan las arrugas a algo de plástico.
- Se plancha una chamarra…
No llega a terminar la frase cuando Kingo salta de la cama y ladra furiosamente a la chamarra de mi hermano para luego acurrucarse detrás mío gimiendo y temblando de miedo. Minutos más tarde comienza a vomitar.
No entiendo su reacción, pero trato de protegerlo, lo abrazo y beso y procuro tranquilizarlo mientras mi hermano se deshace de la chamarra y corre a buscar un taxi para llevarlo a la veterinaria.
Ya en la noche más tranquilos todos (fue solo un susto) observo a Kingo que duerme al lado mío apoyado en mi brazo. Me pregunto que pudo haberlo asustado a tal grado … (el mega susto dijo el Veterinario), que relación tendrá este miedo con las chamarras de plástico y prefiero alejar la idea de mi mente. Lagrimeo y abrazo muy fuerte a Kingo mientras repito: Ten Paz, ya estás aquí sabré decir… con tono adecuado, tendré cuidado…
Eso pasó hace 3 años.
Hay en la vida escenas que marcan a profundidad, a fuego, que por más que NO queramos allí están, latentes, como falla geológica, esperando solo una oportunidad para reactivarse, para DOLER, para hacernos gemir y refugiarnos detrás de algo o alguien, para vomitar odio y desesperación, para carcomernos la mente y devolvernos a ESE momento que nos marcó.
Hoy tuve yo una imagen así, hoy confundí mi oficina con un Parque en la zona sur de La Paz donde literalmente deseé morir, hoy confundí una broma inocente con gritos irónicos de profunda crueldad que una vez más me dolieron como miles de puñaladas, quise aullar y ladrar y solo atiné a refugiarme en el baño hasta que el dolor pasara.
Al igual que la chamarra de plástico, el detonante de esta reacción tampoco tenía la culpa. Son cicatrices que al fin y al cabo puede que nunca cierren del todo.
Me miro al espejo y veo como se deslizan mis lágrimas hasta el lavado, necesito tranquilizarme y visualizo brazos alrededor mío, protegiéndome, calmándome… susurrándome: Lu, ten paz… ya estás aquí, sabré decir lo que quieras oír, ten paz, ya estás aquí sabré decir con tono adecuado… tendré cuidado.
Esta es la letra de una hermosa canción de Lucybell que hoy paso a compartir con ustedes.
Al igual que Kingo sé que mañana estaré mucho mejor.
No ladra como el resto de los cachorros, no mueve la cola, no da brinquitos.
Le pregunto a mi hermano si podemos llevarnos a todos (porfa, di que si)
El me recuerda que eso no es posible y al hacerlo veo en sus ojos que él también se halla conflictuado.
Optamos por “comprar” al pequeño animalito del fondo, al tímido y retraído cachorro que atina a lamerme la mano y dormir en mi regazo.
Su pelaje es claro y rubio, me recuerda a olvidados dioses nórdicos que seguro algún pariente mío muuuy lejano tuvo que idolatrar, tal vez este pariente era vikingo y surcaba los mares dejando su vida en manos de Njöror.
Que se llame Vikingo… mejor solo Kingo.
Pasados 6 meses Kingo es alegre y juguetón, un perrito sano con todas las vacunas y supervisión especializada de uno de los mejores Veterinarios de La Paz (si no el mejor).
Empiezan las lluvias y con ellas la vestimenta acorde a la temporada, así lo entiende mi hermano que entra con su chamarra de tela plástica a mi habitación preguntándome cómo es que se le quitan las arrugas a algo de plástico.
- Se plancha una chamarra…
No llega a terminar la frase cuando Kingo salta de la cama y ladra furiosamente a la chamarra de mi hermano para luego acurrucarse detrás mío gimiendo y temblando de miedo. Minutos más tarde comienza a vomitar.
No entiendo su reacción, pero trato de protegerlo, lo abrazo y beso y procuro tranquilizarlo mientras mi hermano se deshace de la chamarra y corre a buscar un taxi para llevarlo a la veterinaria.
Ya en la noche más tranquilos todos (fue solo un susto) observo a Kingo que duerme al lado mío apoyado en mi brazo. Me pregunto que pudo haberlo asustado a tal grado … (el mega susto dijo el Veterinario), que relación tendrá este miedo con las chamarras de plástico y prefiero alejar la idea de mi mente. Lagrimeo y abrazo muy fuerte a Kingo mientras repito: Ten Paz, ya estás aquí sabré decir… con tono adecuado, tendré cuidado…
Eso pasó hace 3 años.
Hay en la vida escenas que marcan a profundidad, a fuego, que por más que NO queramos allí están, latentes, como falla geológica, esperando solo una oportunidad para reactivarse, para DOLER, para hacernos gemir y refugiarnos detrás de algo o alguien, para vomitar odio y desesperación, para carcomernos la mente y devolvernos a ESE momento que nos marcó.
Hoy tuve yo una imagen así, hoy confundí mi oficina con un Parque en la zona sur de La Paz donde literalmente deseé morir, hoy confundí una broma inocente con gritos irónicos de profunda crueldad que una vez más me dolieron como miles de puñaladas, quise aullar y ladrar y solo atiné a refugiarme en el baño hasta que el dolor pasara.
Al igual que la chamarra de plástico, el detonante de esta reacción tampoco tenía la culpa. Son cicatrices que al fin y al cabo puede que nunca cierren del todo.
Me miro al espejo y veo como se deslizan mis lágrimas hasta el lavado, necesito tranquilizarme y visualizo brazos alrededor mío, protegiéndome, calmándome… susurrándome: Lu, ten paz… ya estás aquí, sabré decir lo que quieras oír, ten paz, ya estás aquí sabré decir con tono adecuado… tendré cuidado.
Esta es la letra de una hermosa canción de Lucybell que hoy paso a compartir con ustedes.
Al igual que Kingo sé que mañana estaré mucho mejor.