12 enero 2011

Lejos de mi ciudad del alma ( Altiplano Fusión Band)

- Entonces Lucybel, desde el 31 te quedas en Cochabamba.

Se me hace un nudo en la garganta, esbozo algo parecido a una sonrisa y trato de contener algo dentro mío que me intruye que huya... que huya... que huya.

- Gracias Marce – respondo y el aire (cálido, sofocante) se adelgaza al punto que no puedo respirar y me obliga a salir de la oficina lo más pronto posible.

Es necesario que esté acá en Cochabamba, lejos de mi amada ciudad, lo sé, y es esta certeza la que me agobia y me obliga a ahogar el grito de impotencia que pugna por salir. Cierro los ojos y siento el beso helado de mi Illimani en la mejilla, siento el susurro de la puna que me reclama, que me invita (me obliga, me presiona de alguna forma) a volver y mi corazón se parte en dos.

Eso pasó ayer en la tarde.

Será por eso que anoche soné con ellos, que anoche en sueños estuve en un concierto sin precedentes donde, en la plaza mas emblemática de mi hermosa ciudad (San Francisco) vestida solo con una chompa larga de lana (así nomas son los sueños) ellos cantaban para mi y yo era una sola con La Paz, con sus calles, su frío eterno, su noche sin fin.

Anoche Altiplano tocó para mi, y tal cual fue en su momento (allá en los 90, cuando
amar Bolivia era entregarle la vida entera y no como ahora que significa estar del lado del partido oficialista... sea lo que sea que este haga) la alegría inmensa que significó no tenía unidad de medida... era TOTAL.

A partir de mis 15 años (en los 90’s y 2000’s) escuchar Altiplano era amar el suelo en el que uno nació, sentir orgullo por las raíces “altiplánicas” y la seguridad de que POR FIN había surgido un grupo que mezclaba: música mucho muy propia con letra poética con rebeldía con conciencia social y con la excelencia en la ejecución de la música.

El Altiplano que yo conocí, que yo amé en música y alma (y un chico de cabello largo, lentes y un bajo mágico.... que nunca supo de mi existencia) estaba integrado por : Edgar Bustillos guitarra y compositor de la mayoría de los temas (y del que me encanta por sobre todos los demás), Anselmo Portugal... un mago en los vientos, Johnny Luna en la percusión, José Luis Morales en el bajo electrónico, Alvaro Montenegro que es simplemente un MAESTRO en el saxo y la flauta y de vez en cuando el eximio Donato Espinoza para convertir las notas del charango en algo más que música ...

El Altiplano que yo conocí estaba también integrado por el frío de mi ciudad, por su ruidosa actividad, por el Illimani, por las miles de gradas que conforman mi urbe andina y por los fans que sin saberlo y sin proponérnoslo nos enamorábamos poco a poco de La Paz debido a la belleza de la voz de mi ciudad.

De esa voz que nos hablaba a través de la música de Altiplano.

Hoy, a tiempo de escribir estas líneas sonrío pues caigo en cuenta que no tengo la menor idea del nombre de mi primera profesora o el nombre de la mamá de mi primer chico o si quiera el protagonista de mi serie favorita PERO sé el nombre de cada uno de los integrantes de Altiplano y es más, puedo recordar al detalle la camisa que parecía hecha de saquillo de azúcar, el chaleco en tonos naranjas, el gorrito cilíndrico, la zampoña negra con la wiphala...

Puedo volver a sentir la espectativa por verlos (por televisión) cantando en medio del lago Titicaca, o recordar la verbena a mi ciudad “del alma” un 16 de julio en Sopocachi, o la noche en el Teatro Municipal con entradas compradas en 2da fila (madre... te dije adelante pero no TAN ADELANTE, Dios que vergüenza), o la tarjeta navideña (todos con gorritos de papa noel) que aun tengo guardada, como aun tengo mi cadenita de corazón con la foto del bajista (en fotocopia y reducida) en su interior y las miles de historias entretejidas con su música de fondo.

Altiplano fue en mi generación un referente juvenil de un folclore que no era el común, que no se limitaba a que todos bailen, que no eran tonadas repetidas al astío; era un acercarse a la tierra que nos cobija y nos vió nacer y era un amor incondicional a la ciudad más bella del mundo (al menos así la consideramos nosotros con la poca objetividad que se tiene cuando se está enamorado) .

Hoy, con el sabor salado de las lágrimas que me voy tragando, abro mi corazón y dejo que me hable mi “ciudad del alma” y me enamore como siempre lo hizo: en tonadas de Altiplano y en el delicioso beso frío de mi Illimani

“Abriendo caminos llegara el día
Libre como el cóndor volveré a La Paz... ciudad del alma”

5 comentarios:

Vania B. dijo...

Hace unos meses fui a un concierto de Altiplano en el Cine 6 de Agosto. Estuvo lindo, aunque la formación no contaba con el Maestro Montenegro, presentaron un buen concierto.

Escicharlos con el aroma de valle de fondo debe dar una nostalgia que ya no ya.

Un abrazo altiplánico, querida L.

Anónimo dijo...

Qué lindo post remueve vibras!!!
No puedo sino compartir algo de mi ciudad prestada contigo que no tienes que prestártela porque es tuya.
http://mivozmipalabra.blogspot.com/2009/07/la-paz-de-los-200.html
Un abrazo,
Ana Rosa

Percy dijo...

Lucy
Escuchar Altiplano es una experiencia alucinante. Aún me acuedro de esas noches eternas de bohemia y esos amaneceres donde al final escuchábamos "Ciudad del Alma" a todo volumen viendo la salida del sol.
Buen post Lucy. Un abrazo,

Percy

CUCHITA dijo...

Uno siempre vuelve a donde ha sido feliz :)
PD. Como se llama ahora la plaza paceña?

efrain lima dijo...

es increible que este grupo nos de canciones tan fabulosas...me encanta la musica de ALTIPLANO FUSION BAND...son de lo mejor de Bolivia......