04 julio 2011

2 : 50


El ruido me levanta.

Es como el roce de algo (tela?) contra la pared, un roce breve y pausado, muy tenue y sin embargo… diferente. Tan diferente que logra levantarme y ponerme alerta.

Un frío sudor me recorre la espalda, quiero creerme el cuento de que lo escucho es producido por un gato, o por alguna rama, pero en el fondo sé que no es así.

Calculo mis posibilidades: pedir ayuda a gritos, esconderme, huir y llego a la conclusión de que solo podría ocultarme debajo de la cama. A esta altura gritar solo acelerará el desenlace, y huir ya no me es posible.

Lentamente me escurro a través de la sábana, me deslizo fuera de la cama y voy a dar al suelo solo para caer en cuenta que olvidé un detalle importante. Mi cama llega con la madera hasta el piso.

En ese momento el ruido cesa de golpe.

Miro el reloj tratando de adivinar la hora pero la oscuridad es total y solo distingo lo poco que puedo ver con la iluminación del farol de la calle. Creo que son las 2:50 de la mañana; me aferro al dato no porque tenga algo de utilidad, sino porque siento miedo y necesito pensar en otra cosa.

La puerta de mi habitación se abre casi sin sonido y entonces… “eso” entra.

A los pies de mi cama fuerzo la vista pero no distingo más que una sombra negra con silueta de hombre (o mujer?) que se aproxima hacia mi. La sombra tantea el aire y al moverse deja una estela de perfume… delicioso.

- Debe ser una mujer – pienso – que rico perfume, es exquisito.

Sacudo la cabeza y me reprendo mentalmente por ponerle atención a un dato sin importancia.

(“Algo” entró a mi habitación, algo me está buscando, mi instinto me indica que es algo malo, malo, MALO!!!!!)

Cegada por el miedo trato de gritar pero ya no tengo voz, me repliego lo que puedo al borde de mi cama tratando de alejarme lo más que pueda de “eso” que ya está a centímetros de mi, tanteando el aire, tanteando mi cama, buscándome.

Siento su mano en mi cabello, la siento en mis hombros instándome a levantarme, siento su tacto suave y aterciopelado en mis manos y me siento completamente débil, sin voluntad.

Quiero prender la luz, quiero verla (es una ella, sé que es ella) pero su mano me detiene. Su movimiento no es brusco, no es rudo, es suave… tan suave y etéreo que quiero llorar y reír y al mismo tiempo me inspira miedo y repelús. Tengo tanto miedo que mi mente gira sin control, que por dentro mi sangre es agua helada, paralizante.

“Eso” arregla mi cabello y lo acomoda tras mis hombros. Mis ojos que poco a poco se acostumbran a la oscuridad ven el perfil de su nariz (perfecta) y el azulado destello de un hermoso e infinito cabello.

Se inclina hacia mi, siento sus labios en mi hombro en un beso dulce, tan dulce y morboso a la vez, tan dulce y embriagador como repugnante.

En un último esfuerzo la alejo un poco y entonces me mira a los ojos.

Y grito.

Grito lo más que puedo, GRITO con todas mis fuerzas, grito muerta de miedo.



El grito me despierta.

- Vidita! – dice mi novio al lado mío, medio en reproche y medio dormido mientras se re acomoda y vuelve a dormir.
- Lo siento, tuve una pesadilla – le digo a modo de excusa mientras siento el corazón latir a mil por hora.

Me quedo sentada. Tengo la frente perlada de sudor y las manos heladas.

Tengo también la certeza de que huí de algo, de que me salvé por un pelo.

- Fue solo un sueño Lucybel – me digo mientras observo el reloj del televisor cambiar de 2:50 a 2:51
- Fue solo un fucking sueño – me vuelvo a repetir y me froto el hombro donde aun siento “su” beso quemándome la piel.

Me quedo en vigilia mientras lagrimeo un poco, no sé si de alivio, no sé si de miedo.

Aquella cosa me miró y al verla… ví que era yo. Era yo embellecida al extremo, perfecta y de una maldad fuera de este mundo.

.... era yo.

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